Cuándo el desayuno pasó a ser un combustible, un alimento procesado de rápida ingestión que nos “activa” para trabajar.

Cuándo perdimos la humanidad, la tradición y nos convertimos en máquinas.

Cuando agarramos el tiempo y lo hicimos pasar más deprisa.

Cuándo dejamos de sentir y disfrutar de una sonrisa.

 

Besayuná

Besayuná porque todos los días son una oportunidad para sonreír.

Besayuná porque siempre hay algo que compartir.

Besayuná porque el tiempo en familia es lo que mejor te hace sentir.

Besayuná porque la distancia solo es una medida que te dice cuán cerca estás de lo que amas.

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Besayuná porque te levantas la miras y eres feliz.

Besayuná porque es un momento para ti.

Besayuná porque son los mejores y siempre han estado ahí.

Besayuná porque lo revuelven todo pero es lo mejor que pudiste elegir.

Besayuná porque un día le miraste a los ojos y dijiste que sí.

Besayuná porque la cuerda del reloj llegará a su fin.

Besayuná porque algún día serás grande y será gracias a ti.

Besayuná para irte a dormir.

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Besayuná porque rompiste con todo y empezaste a descubrir.

Besayuná porque amaneciste y tenías que soñar.

Besayuná porque no fue hambre lo que te toco sentir.

Besayuná porque hoy te quedas en casa a vivir.

Besayuná porque llueve y vas a ir.

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Besayuná porque ayer te dejaste seducir.

Besayuná porque te deja babas y no te puedes resistir.

Besayuná porque enloqueces con cada acorde y la vuelves a oír.

Besayuná porque te dejas la vida hasta morir.

Besayuná para despejar un cielo gris.

Besayuná porque hoy no te vas a despedir.

Besayuná porque un beso es lo mejor para compartir.

 

Besayuná porque veinticinco minutos te pueden hacer feliz.

Convierte tus desayunos en besayunos.

Porque el mejor combustible es el amor.

 

La Campagnola,

besayunado contigo cada día.