Reflexión
La libertad nos hace presos.
La libertad nos hace presos, una paradoja que podemos analizar ahondando en la naturaleza del ser humano y en la propia definición de libertad. También comparándonos con otros animales que decimos que utilizan la intuición.
Podemos empezar definiendo qué es libertad para la RAE: libertad; facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. Vayamos por partes, facultad natural que tiene el hombre, es decir, una aptitud que le viene dada al hombre desde su nacimiento. Por lo que es responsable de sus actos, es decir que el hombre asume o responde por lo que hace.
Si seguimos buscando en la RAE responsable o responsabilidad nos encontramos con palabras un tanto desalentadoras como obligación o imposición.
Así que dándole la vuelta a la definición podemos definir libertad como la aptitud obligada del hombre para responder ante sus actos. Es decir, por obra y gracia de la naturaleza del hombre nos hemos atribuido de la capacidad de libertad lo que de forma paradoja nos obliga a responder sobre nuestros actos.
Desde luego lo que distingue al ser humano de otros animales es la capacidad de elección, de hacer o no una cosa y a eso le hemos llamado libertad. Esa elección consideramos que es efectuada de forma libre cuando actuamos con la responsabilidad que nos otorgamos. Por ejemplo podemos estimar que una persona bajo los efectos del alcohol no actúa de forma libre y por tanto está exenta de su responsabilidad. Es más al decir que una persona está exenta de responsabilidad significa que está libre o desembarazada de responsabilidad, de esa responsabilidad que nos atribuimos los seres humanos para ser libres. Por lo que esa capacidad de responsabilidad que nos hace libres nos obliga a medir nuestros actos.
Es aquí donde podemos afirmar aunque de forma prudente que la libertad nos hace presos.
Como muy bien distingue Ricardo Yekes Stork, no es lo mismos ser libre que usar apropiadamente la libertad, la libertad viene acompañada de responsabilidad y se debe tener en cuenta el respeto a los demás. Aún así afirma que no existe una libertad total, “Yo no soy libre de tener una determinada constitución biopsicológica, ni de nacer en un determinado momento histórico o en cierta región, pero sí soy libre de asumirla o no en mi proyecto biográfico. Imaginarse una libertad pura, carente de estas condiciones, sin limitación, es una utopía; una libertad así sencillamente no existe, pues todos estamos determinados inicialmente en nuestras decisiones por la situación que vivimos y por el tiempo en que hemos nacido”.
Otra forma de ver esas “ataduras” de la libertad es comparándonos con otros animales. Decimos que los animales no son libres porque actúan por instinto y no pueden elegir. Es decir hacen lo que hacen porque les sale así. Sin embargo el ser humano es libre porque puede elegir y razonar sus decisiones y actuaciones de tal forma que hace lo que considera que es mejor para él.
Partiendo de esta base podríamos decir que los otros animales están condicionados por sus instintos. Entonces el ser humano también está condicionado por su propia condición de ser humano, por lo que al estar condicionado por su propia condición es difícil pensar en una libertad plena o en que el ser humano es libre. Además, yendo más allá, habría que valorar que motivaciones hay detrás de cada elección del ser humano y saber si las toma con total libertad o está condicionado no solo por su propia condición sino por otros aspectos como la sociedad.
Así pues podemos concluir que los animales son esclavos de sus instintos y los seres humanos somos esclavos de nuestra libertad y de nuestros deseos.